lunes, 18 de octubre de 2010

La vida no vale nada: cómo morir ante la indiferencia general



La vida no vale nada // cuando otros se están matando // y yo sigo aquí cantando// cual si no pasara nada. Son versos que forman parte de una hermosa canción de Pablo Milanés, escrita en 1975. Un himno a la solidaridad humana. Sucede sin embargo, y los hechos se empecinan cada día en demostrarlo, que la vida no vale nada. Sólo en Caracas, la capital de Venezuela, fueron asesinadas 19.000 personas durante el año pasado. En la mejicana Ciudad Juárez o en la colombiana Medellín los muertos en tiroteos, ajusticiamientos o venganzas se cuentan también por miles. Anoten un dato: en esta última se pueden encontrar cadáveres en cualquier lugar, salvo en el Metro. Los habitantes de la localidad se muestran tan orgullosos de sus instalaciones que en ellas no tiran siquiera un papel. Tampoco, claro, asesinan a nadie.

A las estaciones de ferrocarril de ese inmenso país que es la India, el de mayor índice de pobreza del mundo, las gentes no van sólo a coger el tren. Ni siquiera llegan con la idea de hacer un trayecto. Miles de personas van a ellas a morir. No tienen otro lugar desde donde emprender el último viaje. Los andenes se convierten en cementerios de los que cada día sacan a decenas de cadáveres, que son arrojados a fosas comunes.

La vida no vale nada. Y vale menos aún si Internet se encarga de mostrarlo en video. Una estación del Metro de Roma ha sido el lugar donde Maricica Hahaianu, enfermera rumana de 32 años, cayó al suelo y se fracturó el cráneo tras ser golpeada por Alessio Burtone, un joven de 20 años, considerado “un buen chico” por sus vecinos, pero que tenía antecedentes violentos. No sería tan bueno. Allí permaneció tendida, en medio de la indiferencia de los paseantes. Cada cual a sus asuntos, ninguno en el de nadie. La mujer, que quedó en coma irreversible, murió en el hospital una semana después de recibir el puñetazo en el rostro. Ambos habían discutido en la estación de Anagina porque, al parecer, el individuo no había respetado la fila para comprar un billete.



¿Quién de los dos, ella o él, él o ella, "toca" primero a la otra persona tras las frases que se cruzaron? Da igual. Después de contemplar las imágenes, el alcalde de Roma, Gianni Alemanno, expresó su vergüenza por la indiferencia de los paseantes y se mostró a favor de denunciar a las personas que no intervinieron, además de la inmediata detención del agresor y su ingreso en prisión. Palabras y más palabras.

Por su parte, el agresor, que vio perfectamente cómo la joven se derrumbaba a consecuencia del puñetazo y quedaba inerte en el suelo, manifestó tras ser detenido que "estoy consternado, pido humildemente perdón". Más palabras. La vida no vale nada.

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